Como sus labios entreabiertos esbozaron una sonrisa, me dije: "Lo que más me emociona de
este principito dormido es su fidelidad a una flor, es la imagen de la rosa que resplandece en él como la llama de una lámpara, incluso cuando duerme... " Y lo sentí más frágil aún. Pensaba que a las lámparas hay que protegerlas: una racha de viento puede apagarlas...
DÍAS CONTIGO.
Hace 12 años
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